Museo salzillo

Génesis.

El origen de este museo se remonta al siglo XIX. Por aquel entonces, la vida y obra de Francisco Salzillo se vieron pronto envueltas por leyendas populares propias del gusto romántico. Los turistas extranjeros hacían una parada obligatoria en la iglesia de Jesús donde se custodiaban los cada vez más famosos pasos realizados por el artista para la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús, que los sacaba en procesión todas las mañanas de viernes santo, cumpliendo con una tradición originada en 1601.

Muchos de aquellos primeros turistas no dudaban en calificar de “museo” a la pequeña iglesia de planta central y esa impresión quedó recogida en el libro de visitas de la Cofradía, cuyas páginas conservan los comentarios de personalidades de la época como Canalejas, Pérez Galdós, Mariano Benlliure o Emilia Pardo Bazán. Ésta última sintió la necesidad de dar a conocer los escondidos tesoros de la ermita considerando que:

“En esta ciudad donde se conserva el aspecto árabe, como ya no se puede encerrar a las mujeres a la usanza mora, se encierra y se esconde el arte. El arte debe ser de fácil acceso, para que eleve y mejore a los que lo contemplan”.

Estas bellas palabras, escritas en el álbum de firmas, venían a resumir el clamor general que durante varios años ya, pedían con urgencia la creación de un museo dedicado al escultor.

Tras la segunda mitad del siglo XIX y los tiempos de la desamortización, los pasos y la iglesia de Jesús fueron restaurados por los escultores Sánchez Tapia y Sánchez Araciel. Javier Fuentes y Ponte, erudito y académico, se encargó de elaborar el informe de una primera rehabilitación al ser firme partidario de transformar la iglesia en museo para mejor observación y estudio de las obras sin perjuicio de su uso devocional. También organizó diversas exposiciones temporales que posibilitaron un mejor conocimiento histórico-artístico del escultor.

La fotografía, medio revolucionario para la reproducción de obras de arte, también sirvió para la mejor difusión de las imágenes de Salzillo. De la mirada de fotógrafos como Clifford, Laurent Roude, Bolarín, Juan Almagro y Belda ya en el siglo XX, surgieron bellas imágenes que, en álbumes, colecciones de postales, recordatorios y esquelas, fueron circulando de mano en mano.

Primeros proyectos.

Ya en el periodo entre 1909 y 1919 el político murciano Isidoro de la Cierva, promovió la creación de un museo, testigo recogido por la Cofradía, que encargó un primer borrador de proyecto al arquitecto José Antonio Rodríguez que no llegó a ejecutarse. La superficie prevista hubiese sido tres veces mayor que la actual.

Tras otros intentos fallidos en la II República, el Museo fue creado definitivamente en 1941 por decreto ministerial gracias a la iniciativa del ministro de Educación, Ibáñez Martín, de Juan de la Cierva desde el Ministerio y Emilio Díez de Revenga, en su condición de presidente de la Cofradía de Jesús.

José Tamés Alarcón, arquitecto conservador de monumentos de la Dirección General de Bellas Artes, fue el encargado de realizar el proyecto en 1950, ejecutado por Eduardo Jiménez Casalins. Las obras consistieron en un edificio de nueva planta de tres pisos y la transformación de la iglesia para uso museístico. Ante el mal estado de su cimentación se consolidaron sus ocho pilares y se ensancharon las capillas, tras quitar los antiguos retablos. Desprovista de todo adorno se facilitaba la visita al público por su interior y la salida de los pasos para la procesión. Toda la iglesia estaba decorada con las pinturas de arquitectura fingida del italiano Paolo Sístori, pero ante el mal estado de algunas partes y por afán de homogenización se quitaron las de las capillas y el pintor Mariano Ballester rehizo las de la cúpula.

En 1956 Manuel Jorge Aragoneses fue designado asesor museográfico por el Ministerio de Educación, y el Belén, bocetos y otras obras de Salzillo y su escuela, depositadas en el Museo Provincial de Bellas Artes al nuevo Museo. El Belén, de más de quinientas piezas, fue instalado en un diorama de treinta metros lineales en una sala en forma de “L” que se iluminaba con luz natural cenital indirecta.

Apertura al público.

En 1960, con el historiador Juan Torres Fontes al frente de la institución, el Museo Salzillo abría definitivamente sus puertas al público.

Finales siglo XX.

Ya en los años noventa, bajo la dirección de Cristóbal Belda, se llevó a cabo el programa Murcia Restaura, gracias al patrocinio de organismos públicos y de empresas privadas como la Fundación Cajamurcia que posibilitó la restauración completa de las colecciones museográficas. El Ministerio de Cultura se hizo cargo, a su vez, de las pinturas murales de la iglesia. Grandes exposiciones difundieron internacionalmente la obra de Salzillo y, del mismo modo, se puso en marcha el proyecto de rehabilitación y renovación arquitectónica que, finalmente, ejecutaría el arquitecto gallego Yago Bonet.

En esta intensa campaña de restauración, Murcia Restaura, fue crucial el patrocinio de la Fundación Cajamurcia, junto a entidades públicas como la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y su Ayuntamiento. Estos años coincidieron con la dirección al frente del Museo del catedrático de Historia del Arte Cristóbal Belda Navarro.

Entre las exposiciones destacan la del Belén de Salzillo en el Palacio Real de Madrid, en 1998; y la exposición Fantasia Ispanica di Natale en 1999 en el Braccio di Carlomagno en San Pedro del Vaticano de Roma.

Siglo XXI.

Bajo la dirección de José Cuesta Mañas (2000-2004) se llevó a cabo la remodelación del Museo Salzillo. El nuevo proyecto arquitectónico permitió incidir en la iglesia de Jesús como teatro sacro al poner en uso las tribunas con sus balcones abiertos para permitir al visitante vislumbrar desde lo alto la gran apoteosis que le espera al final del recorrido al contemplar las famosas escenificaciones pasionarias, en un efecto muy propio del barroco. Como señala el mismo arquitecto, el museo ha sido concebido como “un itinerario en el tiempo y en el
espacio, un laberinto de emociones, de memorias y de conocimientos”.

La iglesia de Jesús, considerada como un joyero de esculturas desde el siglo XIX, sigue fascinando a sus visitantes y su esencia barroca ha quedado integrada perfectamente con la arquitectura de un nuevo milenio propuesta por Bonet, rica en líneas, vacíos, paredes blancas de estuco veneciano y, sobre todo, la luz, la gran protagonista. El edificio fue inaugurado por la Infanta Cristina en octubre de 2002, gracias al patrocinio de la Fundación Cajamurcia, la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y su Ayuntamiento.

En 2009, según proyecto de Pablo Puente y de María Teresa Marín, se modificó el discurso museográfico, con nuevas secciones dedicadas a la rica historia de la cofradía de Jesús, a la obra desaparecida de Salzillo a través de la fotografía antigua y con la recreación de un taller barroco para la mejor comprensión de las técnicas de la talla de la madera. También cuenta con una nueva sala de exposiciones temporales y salas de depósito acondicionadas para las obras almacenadas.

En la actualidad, tras más de sesenta años de existencia, el Museo sigue en pleno proceso de renovación en su gestión y en sus instalaciones museográficas para hacer llegar al variopinto público que lo visita el arte de Francisco Salzillo.


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